martes, 22 de mayo de 2012


Apotegmas del Tango Danza


Luego de titular mi apunte sobre este tema con la palabra apotegmas, me di cuenta de que podía sonar grandilocuente. Pero viendo que simplemente alude a una máxima o sentencia, pensé que su visible etimología griega serviría para resaltar la importancia de algunos de estos enunciados. Más allá de que los hayan pronunciado personas célebres de la danza, cosa casi segura, la decantación de estos postulados se debe a la redundancia. Es decir, se nos hace necesario tantas veces repetirlo en la labor docente, que van cristalizando como lugares comunes que trascienden estilos, épocas y maestros.
También me llamó la atención que no hubiera leído nunca antes una recopilación de esta naturaleza; a poco de comenzar con el intento, descubrí la posible causa: es muy difícil verbalizar estas cosas en forma clara, por escrito y sin la posibilidad de ejemplificar con  el propio cuerpo en forma inmediata. Además, la recopilación no es exhaustiva y siempre se nos va a ocurrir alguno más. Y como si esto fuera poco, los postulados admiten excepciones. De todas maneras, la gracia es reducirlos al mínimo posible, de tal manera de constituir un núcleo sólido y de fácil acceso para todos los interesados en la danza de Buenos Aires.
Hechas estas aclaraciones, comencemos con nuestros apotegmas:

1)      EL BAILARÍN/A NUNCA ESTÁ PARADO EN LOS DOS PIES.
     Como decíamos más arriba, esto tiene alguna salvedad que no quita valor universal al enunciado. El peso se debe depositar en uno u otro pie, según corresponda, y evitar todo lo posible las posturas ambiguas en este sentido. Es perjudicial desde todo punto de vista para el baile, que tanto quien desempeña el rol de conducción como el de recepción queden a medio camino en una traslación de peso de una pierna a otra. El baile pierde definición, la marca no se entiende y toda la mecánica del paso se hace poco clara.

2)      UNA DE LAS PIERNAS DEL BAILARÍN/A ESTÁ ESTIRADA, MIENTRAS QUE LA OTRA ESTÁ SEMIFLEXIONADA.
      Otra vez las generales de la ley de las excepciones alcanza a esta postulación pero con los mismos límites.
       Mientras que la pierna de apoyo siempre está semiflexionada, esto es, con tensión en la rodilla por no estar esta trabada, la otra se proyecta hacia el máximo estiramiento, rol que se invierte con la traslación del peso. La que recibe el peso y estaba estirada, lo absorbe con esa ligera flexión y la que se aliviana se estira. Si ejecutamos esta secuencia con lentitud observaremos que hay un momento de transición en que ambas estarán semiflexionadas, pero pasajeramente, camino de la posición que describimos.

3)      CUANDO LA PIERNA SE PROYECTA HACIA DELANTE, EL PIE DEBE IR SUPINADO; CUANDO SE PROYECTA HACIA ATRÁS, PRONADO (conviene, aunque alcanzaría con que no se venciera hacia afuera el talón).
      Se trata de que cuando el pie se proyecta hacia adelante, debe tocar el piso con su lado externo primero (el del dedo meñique); en tanto que cuando se proyecta hacia atrás, debe ser el segmento anterior interno (el del dedo pulgar) el que primero tome contacto con el piso. Este precepto, como casi todos, tiene una finalidad tanto estética como biomecánica. Para comprender lo primero basta realizar estos movimientos violando el precepto e instantáneamente nos queda claro. En cuanto a lo segundo, a poco de ponerlo en práctica nos vamos dando cuenta de cómo mejora nuestra pisada y nuestro equilibrio.

4)  DEBEMOS DISOCIAR LA PARTE SUPERIOR DEL CUERPO DE           LA INFERIOR, DE LA MISMA FORMA EN QUE LO HACEMOS AL CAMINAR NORMALMENTE.
      Habitualmente hablamos de disociación. Se trata de adelantar o retrasar el hombro contrario a la pierna que se mueve, en la misma dirección. Este movimiento que realizamos en forma discreta en la locomoción normal, en el baile puede ser bastante más profundo y tiene consecuencias estéticas y mecánicas que ameritarían un tratamiento aparte. Si bien, hay algunas personas que bailan sin disociar y en algunos casos con resultados interesantes, la falta de disociación impide hacer muchas cosas además de propender a un abrazo más abierto.

5)     ENTRE PASO Y PASO, LA PIERNA QUE NO SOPORTA EL PESO, DEBE ESTAR RELAJADA.
      Si bien es evidente el universal de que “músculo que no trabaja, debe relajarse,” para garantizar fluidez, moderar el desgaste físico y colaborar en la estética del baile, en el tango danza hay otra cuestión que fundamenta esta necesidad: el bailarín que desempeña el rol de conducción cuenta con ese miembro relajado de su partenaire  para realizar diversas figuras, como los boleos.

6)      TORSO AL CIELO, PIERNAS A TIERRA.
     Cada enseñante expresa esto como puede. De todas maneras, es una consecuencia más de la disociación entre piernas y torso. Esta vez, en sentido actitudinal. El tango es lo que en la jerga de la danza llamamos, una danza “a tierra”. Y consecuentemente, así debemos pisar. Incluso algunos bailarines logran lo que yo llamo el “efecto sopapa” en alusión a que parecen pegados al piso. Además, como dijimos más arriba, la pierna de apoyo debe estar semiflexionada (ligeramente flexionada). Pero si esta actitud la llevamos a la parte superior del cuerpo, perdemos toda elegancia, nos arrugamos, por decirlo de algún modo. Por este motivo, el torso debe propender a estirarse, a erguirse lo más posible.  
     
7)      ENTRE LA PARTE SUPERIOR E INFERIOR DEL CUERPO DEBE EXISTIR CONEXIÓN.
      Esta conexión de la que hablamos, es la que permite la circulación de lo más importante de nuestro porteño bailar: la comunicación entre los bailarines, en algo que por definición es un diálogo corporal. La acción de la faja abdominal (el conjunto de músculos que dan estructura al abdomen) permite que de alguna manera se acuse en la parte superior del cuerpo lo que se hace en la parte inferior y vicerversa. Esto permite a quien baila el rol de recepción captar las incitaciones de quien conduce y, a quien conduce, anoticiarse de los movimientos del conducido. En otro orden de cosas, menos prosaico, buena parte del placer del baile se deriva del buen funcionamiento de este circuito, que demás está decir fluye en ambas direcciones, retroalimentando las iniciativas, sobre todo, del conductor.
Para los casos extremos en que se carezca de esta conexión se produce un efecto que nosotros denominamos con un poco de humor, “flaneo”, en alusión a los movimientos que caracterizan al flan cuando se agita el plato donde esta apoyado. Demás está decir que es muy desagradable bailar con alguien que flanea.

8)      ENTRE LA PARTE SUPERIOR E INFERIOR DEL CUERPO CIRCULAN LINEAS DE FUERZA. TANTO EN LO POSTURAL COMO EN EL DISEÑO DEL MOVIMIENTO. ACTUAR EN CONSECUENCIA.
Se trata de un atributo derivado de la conexión: las fuerzas proyectadas tanto en la parte inferior como superior del cuerpo de la pareja, deben ser acompañadas por gestos de la otra mitad del cuerpo, que acusen el paso de dichas líneas vectoriales a través de todo el conjunto. Esto es opinable y admite alguna excepción, pero quien tenga dudas puede hacer dos cosas: mirar fotografías de bailarines indiscutibles y hacer experimentos que contraríen francamente este apotegma.

9)      EL ABRAZO DE TANGO ES CONDICIÓN NECESARIA (aunque no suficiente) PARA ESTA DANZA.
Para ser claros en esta cuestión, vamos a recurrir a las palabras de Rodolfo Dinzel:
“Ahora la pregunta es ¿Estamos bailando tango si no mantenemos la posición de danza de abrazo? La respuesta es no, estaríamos haciendo algunos movimientos que le pertenecen, pero desde alguna otra relación de pareja que no le es propia al tango.”[1]
En este caso, lo que se pone en juego es uno de los límites de nuestro criollo arte: si lo que me propongo hacer requiere ruptura del abrazo, no es tango. Si bien es cierto que se pueden plantear licencias para algunas variantes de fantasía con fines de espectáculo, estas quedan reservadas a los que saben hacerlo más que correctamente.

10)  LAS RODILLAS SON LO ÚLTIMO QUE SE ALEJA DEL EJE DEL                     
 CUERPO Y LO PRIMERO QUE RETORNA A ÉL.   
       Esto genera una gestualidad muy típica del tango, que además de darle elegancia, lo diferencia de otras formas de moverse. Lo contrario genera luz entre los muslos y por consiguiente, un andar no tanguero. Además está asociado a un caminar con dificultades de equilibrio, porque desplaza el eje lateralmente.   

Y así las cosas, como dijimos más arriba, esta enumeración no agota el tema, pero puede abrir un campo de trabajo que el tango reclama desde hace tiempo y que tiene ciertas dificultades intrínsecas que retrasan su discusión♣                                 



[1] DINZEL, Rodolfo: El tango, Una Danza. Buenos Aires, ed. Corregidor, 2008.

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